En el pequeño pueblo de Utqiaġvik, ubicado al norte de Alaska, más de cuatro mil habitantes están a punto de sumergirse en un fenómeno natural fascinante conocido como la «noche polar». Este evento, que inicia anualmente a mediados de noviembre, traerá consigo más de 60 días de oscuridad persistente, marcando un periodo desafiante para la comunidad y otras zonas del norte de Alaska que enfrentarán situaciones similares.
Antes conocida como Barrow, Utqiaġvik experimentará la inclinación del eje de la Tierra de una manera única. El Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos (NWS) es el encargado de anunciar el comienzo de esta temporada, en la cual el sol no se asomará sobre el horizonte durante más de 24 horas en el Círculo Polar Ártico.
La noche polar, un fenómeno celestial provocado por la mencionada inclinación del eje terrestre, envuelve al tercio norte de Alaska que se encuentra por encima del Círculo Polar Ártico, una región helada y remota. La ausencia de luz solar en estas áreas cercanas a los polos sumerge la tierra en semanas e incluso meses de oscuridad.
En términos de temperatura, el frío se intensifica durante este periodo, alcanzando fácilmente los -20 grados Celsius en enero. Los habitantes de Utqiaġvik se ven desafiados a continuar con sus rutinas diarias, pero la oscuridad prolongada les lleva a pasar más tiempo en el interior, adaptándose al duro invierno que se avecina.
El sol, este año, se puso por última vez el 18 de noviembre a las 13:48 horas y no volverá a iluminar el cielo hasta el 23 de enero de 2024 a las 13:03 horas. Este lapso marca un periodo excepcional de oscuridad continua, desafiando la resistencia y la adaptabilidad de los residentes de Utqiaġvik.
Este fenómeno anual, aunque imponente, es parte integral de la vida en estas latitudes extremas. Los habitantes de la región han desarrollado estrategias y modos de vida adaptativos para enfrentar la noche polar. Actividades más enfocadas en el interior, intercambios sociales prolongados y una mayor dependencia de la iluminación artificial son algunas de las maneras en que la comunidad enfrenta el desafío de la oscuridad prolongada.
La noche polar no solo trae consigo la falta de luz solar, sino que también aporta una sensación única de calma y tranquilidad. El pueblo de Utqiaġvik, a pesar de la oscuridad inminente, se prepara para abrazar esta temporada con una mezcla de resiliencia y aceptación, reconociendo que es parte inherente de su entorno y estilo de vida.
En conclusión, la noche polar ha llegado a Utqiaġvik, sumiendo a la comunidad en un periodo prolongado de oscuridad. Más allá del desafío físico y emocional, los habitantes enfrentan este fenómeno con una actitud resiliente, destacando la adaptabilidad humana frente a las maravillas y retos de la naturaleza.